«Qué bueno y agradable es que los hermanos vivan unidos! Sal 133,1
El cristiano no sólo está llamado a tener fe, sino a pertenecer.
Hoy día de busca compartir en comunión, en un clima amistoso, en torno a una socialización superficial y espontánea, comidas, paseos, diversiones.
Se debe apuntar a vivir una verdadera comunión a través de comunidades sólidas y maduras.
¡Cuáles son las características de una verdadera comunión?
Primero, es auténtica: se teje de corazón a corazón, sin fingimiento, sin máscaras, desde lo más íntimo de nuestro ser.
Segundo, es recíproca: es el arte de dar y recibir, el corazón de la comunión en el amor.
Tercero, se vive con compasión: comprender al hermano, saber compartir su dolor, apuntalado en el recorrido de la vida.
Cuarto, la experiencia de comunión es misericordiosa: el perdón hay que darlo inmediatamente, la confianza se construye con el tiempo, pero el perdón es instantáneo.
Cada cristiano está llamado a construir comunidades sólidas en el Señor. ¡Adelante!!
Fuente: “La belleza de ser comunidad”, P. Ricardo Facci