Hoy mas que nunca es necesario alzar la voz para que los que no tienen voz puedan vivir, para que la vida no se manipule. Anunciemos la verdad, la verdad nos hace libres. La vida es vida y nadie puede callar la voz de Dios en la conciencia del hombre. Que Dios nos conceda la gracia para poder ser misioneros comprometidos con la vida, para que los intereses económicos no primen ante el valor inalienable de la vida humana.
El amor y la verdad se encuentran en la Cruz de Cristo. Parece que a veces se quiere vivir un cristianismo sin Cruz. Quitarla de la vida, es decir, llevar adelante una vida sin la exigencia del amor y de la verdad, que cada uno haga de su vida lo que le plazca, teniendo hasta el consentimiento de las leyes. Molesta el hijo, puede matarse. Genera problemas el abuelo podemos matarlo. No me agrada la enfermedad que padezco puedo pedir que terminen con mi vida.
El mundo vive a contramano en la espera que alguna ley pueda dar vuelta todo y sea aparentemente tranquilizadora.
En el ámbito personal, ninguna ley humana puede hacer callar la voz de Dios en la conciencia del hombre. El planteo es simple. Existe una cuestión que genera problemas de conciencia, si alguien pretende aprobar una ley para evitar el reproche interior y social.
Vuelvo a reiterar jamás una ley humana injusta podrá silenciar la voz de Dios en la conciencia del ser humano. Concretamente, en Jesús crucificado encontramos el sentido profundo del amor y la raíz generadora de la verdad.
Por eso, es tan necesario no perder de vista las palabras de Pablo, tan actuales para nuestros objetivos: “Me envió Cristo… a predicar la buena noticia y esto sin recurrir a la elocuencia humana para que la Cruz de Cristo no pierda su eficacia. Nosotros, en cambio, predicamos a un Cristo crucificado: escándalo para los judíos y locura para los paganos; pero fuerza y sabiduría para los que han sido llamados, tanto judíos como griegos. Porque la locura de Dios es más sabia que la sabiduría de los hombres, y la debilidad de Dios es más fuerte que la fortaleza de los hombres” 1 Cor 1,17.23-25.
Cristo crucificado en su gesto de amor revela el significado auténtico de la verdad y la libertad, lo vive plenamente en el don total del sí y llama a los discípulos a tomar parte en su misma verdad y libertad.
Hoy les corresponde a ustedes queridos jóvenes, mostrar el mundo que Cristo vivo está en la Iglesia, hecha realidad en nosotros. Iglesia que lo anuncia, lo hace presente, lo comunica, o entrega en cada eucaristía.
Se muestra y revela a Jesucristo siendo misionero. No sólo participando de misiones organizadas para un fin y lugar determinados, sino sobre todo en el caminar cotidiano de la vida. ¡Cuántos espacios necesitados de evangelización les ha confiado el Señor!
Ser un misionero, un evangelizador, implica el seguimiento coherente de Cristo. Quien sigue a Cristo conoce el camino, sabe de la verdad y disfruta de la vida. Por eso, seguir a Cristo exige de nosotros una coherencia de vida. No podemos decir que seguimos a Cristo y, por otro lado, dejarnos llevar por los atractivos del mundo, del placer, de los caprichos personales signo del seguimiento coherente de Cristo en la ausencia de mediocridad, de la tibieza del corazón.
Las personas mediocres y tibias no podrán responder jamás al compromiso evangelizador, misionero, al que nos llama a Jesús. Ser un líder misionero de Cristo- verdad, contiene en sí mismo la experiencia del Cristo vivo, del señor resucitado. Existe una relación muy íntima entre encontrarme con Cristo, y la necesidad de transmitirlo.
Sin una experiencia personal de Cristo, es imposible el compromiso evangelizador. La misión eclesial requiere de corazones que desbordan del amor por Cristo, desde una experiencia de comunión profunda con Él.
Una sociedad hiper-secularizada como la que nos ha tocado vivir, necesita de líderes de la verdad, pero más aún líderes de verdad. Líderes que no conduzcan hacia sí mismos, sino hacia el encuentro con Cristo. Para esto será imprescindible la sencillez, la humildad para que el líder logre la suficiente transparencia pudiendo así proponer y mostrar la verdad en toda su dimensión. De este modo, en consonancia con ella, ejercerá y promoverá la libertad.
Para liberarnos interiormente y despojarnos de las ataduras que no nos permite remontarnos alto, pidámosle al Señor perdón por la mediocridad. Roguémosle que encienda la tibieza de nuestras vidas, haciéndola una inmensa hoguera capaz de quemar el mundo entero con el fuego del amor de Dios. ¡Jamás Cristo llama y deja a la deriva! El nos da la gracia suficiente, el Él encontramos nuestra fortaleza, Él es nuestro guía y orientador”.[1]
de la Vida humana. Hoy mas que nunca es necesario alzar la voz para que los que no tienen voz puedan vivir, para que la vida no se manipule. Anunciemos la verdad, la verdad nos hace libres. La vida es vida y nadie puede callar la voz de Dios en la conciencia del hombre. Que Dios nos conceda la gracia para poder ser misioneros comprometidos con la vida, para que los intereses económicos no primen ante el valor inalienable
Fuente: “La Verdad te hace libre”. P. Ricardo Facci y otros. Págs. 40-42. Hogares Nuevos Ediciones. 2014