«La señal de que el amor ha llegado a su plenitud en nosotros, está en que tenemos plena confianza» ( 1Jn. 4,17)
La base de la existencia humana es el amor. El amor tiene una fuerza extraordinaria, haciendo que en todos los ámbitos donde se desarrolla la vida del hombre tenga una importancia decisiva. El amor es el único camino a la realización de la persona.
Amor y felicidad van de la mano. Por eso es fundamental aprender a amar. Este es un desafío enorme para cada ser humano y, al mismo tiempo una exigencia para que cada uno, desde el nacimiento, pueda vivir en una familia yen un entorno donde se enseñe a amar.
Aprender a amar creciendo en salud afectiva, emocional, es decisivo para la vida. El amor es la maravilla más grande que alguien puede realizar. El amor da como fruto hermosas vidas matrimoniales, trascendentales amistades, consagradas, sacerdotes con entrega sin límite. El amor todo lo puede.
El amor proyectado hacia la vida matrimonial o de amistad puede hacer descubrir la riqueza y la maravilla que produce.
El amor es dos en uno, porque dos se aman, se funden en un sólo ser y, además, involucran el sentimiento y la voluntad. Cuando hay un verdadero sentimiento y es puro, la voluntad trabaja para conservarlo eternamente, lo quiere para siempre. Sin voluntad el amor se transforma en sentimentalismo, algo pasajero. El verdadero amor surge de la unión profunda del sentimiento y del acto voluntario, que quiere cuidarlo para siempre.
Cuando esto se da mutuamente en dos que se aman, el amor hace que se refleje y muestre, de modo pleno, el ser en su faceta más íntima. Cada uno tiene tesoros ocultos que sólo el amor saca a la luz. Se manifiesta a través del diálogo, de la comunicación, que generan una comunión muy profunda, donde se realiza un regalo recíproco de lo s más íntima deseos y secretos.
Nadie que ama de verdad se quedará sin recompensa de la felicidad proyectada a la eternidad. Ningún matrimonio que viva en un profundo amor recíproco será causa de frustración. Dios es amor, habita donde hay amor.
Quien logra la plenitud del amor, vive abandonado en la confianza del amado y en la seguridad que da Dios-amor. La vida es un constante aprender a amar, no dejemos de ejercitar su práctica.
Fuente: El misterio del amor matrimonial, Padre Ricardo E. Facci