A qué debemos tener cuidado?
El uso de las llamadas «redes sociales», son sin duda una gran herramienta que ha favorecido de sobremanera, en cierto sentido este transitar este tiempo de pandemia. El aislamiento que no permitía el encuentro permitió que se utilice de modo frecuente. Esta realidad no escapa a muchos de nosotros que nos hemos valido de ellas, para realizar actividades de la vida cotidiana. Debemos ser conscientes que «las redes sociales pueden ser muy perjudiciales si no se tiene un criterio claro frente a ellas, podemos parafrasear al Papa Francisco cuando en la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro, nos hablaba de no licuar nuestra fe»
Como adultos tenemos una gran responsabilidad en el permanecer atentos a los intereses de los niños, adolescentes, en las redes sociales. Hay un peligro constante de que si no se sabe encontrar el límite se termine viviendo más en la fantasía que en la «realidad». No podemos permitir que los que el mundo presenta termine destruyendo la vida de muchos niños y adolescentes, arruine sus sueños y proyectos por anhelar algo y no valorar lo que se tiene. Cada uno en Dios tiene un valor particular porque es AMADO por Dios.
La adicción a las redes sociales y sus efectos pueden llegar a ser desastrosos: generan ansiedad, depresión, falta de autoestima entre otras cosas. Podemos preguntarnos entonces: Controlamos las redes sociales o las redes sociales nos están controlando a nosotros?
Invito a que permaneciendo atentos a lo que los rodea podamos tomar medidas concretas para poder «despertar» a la realidad. Hay mucho por hacer y por sobre todo mucho por anunciar y denunciar, no dejemos que intereses mezquinos, quiten el gran llamado que tiene el hombre: al amor.
A continuación, les dejo unas líneas para, meditar:
«Seríamos muy ingenuos si solamente nos limitásemos a cantar las «loas» de Internet. El Papa Benedicto XVI no deja de señalar también en su mensaje los problemas morales que se derivan de su uso incorrecto:
Adicción insana: Es un riesgo que hay que tener en cuenta (sin olvidar que algo semejante ocurre con la televisión). Cuando el uso de Internet se convierte en obsesivo, no sólo perdemos la necesaria libertad, sino que corremos el riesgo de padecer un grave aislamiento. El uso compulsivo de Internet llega a alterar los ritmos de descanso, el diálogo y la convivencia familiar, etc. Por todo ello, parece conveniente que en el hogar se establezca una disciplina en el tiempo y modo de su utilización.
Acceso inmediato a contenidos negativos: Existe un serio problema por el hecho de que la pornografía, la violencia y tantos otros contenidos inmorales, estén al alcance de un simple «clic». La ausencia de distancia entre el bien y el mal no contribuye en nada al dominio propio, sino que favorece que la voluntad quede avasallada por la curiosidad y los impulsos pasionales.
Se calcula que en Internet están colgadas millones de páginas pornográficas, y que diariamente se realizan de búsquedas de este género. Parece un dato suficientemente contundente como para concluir en la conveniencia de proteger el ordenador de nuestro hogar con filtros especializados.
Difusión de bulos, habladurías e indiscreciones: La inmediatez de Internet favorece la rápida difusión de difamaciones y noticias inexactas, agresiones a la intimidad, etc., mediante anonimatos y ocultamientos de identidad. No podemos dejar en el olvido aquellas palabras tan exigentes de Jesucristo: «Os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres darán cuenta en el día del Juicio» (Mt 12, 36).
En realidad, hablando con propiedad, hemos de concluir diciendo que la red de Internet no es «bendita» ni «maldita», sino que es el uso que hacemos del medio el que lo califica moralmente. Por lo tanto, más allá de los aspectos técnicos, la educación moral en el uso de Internet es imprescindible para que la red esté al servicio de la libertad humana, y no sea uno de los lugares en los que más se promueva nuestra esclavitud.
Con la confianza en el bien que las nuevas tecnologías pueden aportar al hombre, Benedicto XVI ha lanzado el siguiente reto a los jóvenes: «Brindad el testimonio de vuestra fe a través del mundo digital! Utilizad estas nuevas tecnologías haciendo conocer el Evangelio, para que la Buena Noticia del Amor infinito de Dios a todos los pueblos resuene de forma nueva en todo nuestro mundo cada vez más tecnológico»
Fuente: Hermana Vanesa Morales